"Dedíquense a la oración; perseveren en ella con agradecimiento" Colosenses 4:2
Estas dos palabras sintetizan lo que El opina de la preocupación: irrelevante e irreverente. "¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?" Mateo 6:27. Las preocupaciones son irrelevantes. No alteran nada. ¿Cuándo fue la última vez que resolviste un problema con preocuparte? Imagina a alguien que diga: "Me atrasé en el pago de mis cuentas, así que resolví preocuparme hasta salir por completo de las deudas, y ¿sabes qué? ¡Funcionó!. Unas cuantas noches sin dormir, un día de indigestión y vómito, todas las uñas de las manos, después les grité a mis hijos y me tomé unas pastillas, y como por arte de magia el dinero apareció en mi escritorio".
¡Eso nunca pasa!. La preocupación no sirve para cambiar una sola cosa. No se añade un día a la vida ni se mejora la exitencia mediante la preocupación. Tu ansiedad solo produce dolencias cardíacas, nada más.
¡Nuestras preocupaciones son innecesarias en el noventa y dos por ciento de los casos! Preocuparse no solo es irrelevante porque nada logra, sino que es irreverente porque implica desconfiar en Dios.
Con amor,
Sebastián y Yesenia Benalcázar
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